viernes, 12 de septiembre de 2014
La educación en Finlandia
El país nórdico lidera
el informe pisa con una enseñanza gratuita que pone en primaria a los
profesores más preparados
Los niños finlandeses de hoy estarán el día de mañana entre los
profesionales más preparados del mundo. No lo predice ninguna bola de cristal,
lo auguran datos objetivos. Desde que la OCDE comenzara en el año 2000 a
elaborar su informe PISA,
Finlandia ha acaparado los primeros puestos del podio en Europa por
su excelente nivel educativo.
Apenas un 8% de los alumnos finlandeses no terminan sus estudios
obligatorios (en España uno de cada tres jóvenes dejan sus estudios antes de
acabar la enseñanza secundaria). Dispuesto a dar con la clave del
éxito finlandés, el psicólogo escolar y entonces director del colegio Claret de
Barcelona, Javier Melgarejo, comenzó a estudiar su sistema
educativo hace más de una década. Su primera sorpresa fue constatar que a los 4
y 5 años menos de la mitad de los niños finlandeses acuden a guarderías y no
empiezan el colegio hasta los 7 años. Dos años después, sus
puntuaciones son mejores que el resto de los países estudiados por la OCDE.
Durante los primeros seis años de la primaria los niños tienen en todas
o en la mayoría de las asignaturas el mismo maestro, que vela por que ningún
alumno quede excluido. Es una manera de fortalecer su estabilidad emocional y
su seguridad. Hasta 5º no hay calificaciones numéricas. No se busca fomentar la
competencia entre alumnos ni las comparaciones.
La educación gratuita desde preescolar hasta la universidad incluye
las clases, el comedor, los libros y hasta el material escolar aunque si
alguien lo pierde está obligado a pagárselo. La jornada escolar suele comenzar
sobre las 8,30-9 de la mañana hasta las 3 de la tarde, con el paréntesis del
almuerzo a las 12-12,30 horas. En total, suman 608 horas lectivas en primaria,
frente a las 875 horas de España, con deberes en casa que
no son excesivos. ¿Cómo consiguen mejores resultados en menos tiempo?
«El éxito finlandés se debe a que encajan tres estructuras: la
familia, la escuela y los recursos socioculturales (bibliotecas,
ludotecas, cines...)», explica Melgarejo. Los tres engranajes están ligados y
funcionan de forma coordinada. «Los padres tienen la convicción de que son los
primeros responsables de la educación de sus hijos, por delante de la escuela»
y complementan el esfuerzo que se hace en el colegio.
«En Finlandia el 80% de las familias van a la biblioteca el
fin de semana», añade el psicólogo escolar catalán, para quien este estímulo de
la lectura en casa resulta fundamental. El sistema social finlandés contribuye
con numerosas ayudas oficiales a las familias, que pueden conciliar
su trabajo y la atención a sus hijos.
Existe una herencia cultural luterana basada en la
responsabilidad que fomenta la disciplina y el esfuerzo, a la que también
acompaña una climatología que empuja a encerrarse en casa, pero
estos factores también están presentes en otros países vecinos, como Suecia o
Dinamarca, que disfrutan de mayor nivel económico y sin embargo figuran varios
puestos por debajo en PISA. «No son las variables socioeconómicas las
determinantes», subraya Melgarejo.
De maestros, los mejores
La diferencia radica en la elevada calificación académica del
profesorado en Finlandia, principalmente en educación primaria. «Los
finlandeses consideran que el tesoro de la nación son sus niños y los ponen en
manos de los mejores profesionales del país», destaca el exdirector del colegio
Claret de Barcelona.
Los mejores docentes se sitúan en los primeros años de enseñanza, donde se aprenden los
fundamentos de todos los posteriores aprendizajes. Se considera que hacia los 7
años el alumno se encuentra en la fase más manejable y es cuando realiza
algunas de las conexiones mentales fundamentales que le estructurarán toda la
vida. Por eso, se considera esencial seleccionar a quien ayudará en este
proceso.
Para ser maestro se necesita una calificación de más de un 9 sobre 10 en sus promedios
de bachillerato y de reválida y se requiere además una gran dosis de
sensibilidad social (se valora su participación en actividades sociales,
voluntariado...). Cada universidad escoge después a sus aspirantes a profesores
con una entrevista para valorar su capacidad de comunicación y de empatía, un resumen
de la lectura de un libro, una explicación de un tema ante una clase, una
demostración de aptitudes artísticas, una prueba de matemáticas y otra de
aptitudes tecnológicas. «Son las pruebas más duras de todo el país»,
asegura Melgarejo. Al proceso de selección le sigue una exigente licenciatura y
periodos de prácticas.
No es de extrañar que los profesores estén muy bien considerados
socialmente en Finlandia. «Es un honor nacional ser maestro de
Primaria», aseguró el pasado 25 de septiembre en Madrid Jari
Lavonen, director del Departamento de Formación al Profesorado de la
Universidad de Helsinki.
Harri Skog, secretario de Estado de Educación de Finlandia desde 2006, resumía en una
frase la importancia de este proceso: «La educación es la llave para el
desarrollo de un país». Por eso el país nórdico dedica del 11 al 12% de los
presupuestos del estado y los ayuntamientos a financiar este modelo de
educación. «Es una política inteligente que les está dando fruto», considera
Melgarejo, sin las presiones de Corea o Japón, otros países destacados en PISA.
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