Tanto era el afán del hidalgo Alonso Quijano por las historias de caballería, que hasta comía mientras leia,
prefería leer que comer. Siempre leia sus libros como si estuviera viviendo lo
que narraba.
El hidalgo mostraba un fascinante interés por los libros de
caballeros, que llego a discutir con el padre del pueblo acerca de cuál había
sido el mejor caballero.
Siempre hablaba de los numerosos caballeros de los había
leído, tanto llego su fanatismo que llego a perder la cordura, citando al propio libro:"... y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio". A consecuencia
de su alucinante creencia decidió volverse caballero.
Empezó a buscar objetos que le ayudara a vestirse como un
caballero. Después de encontrar y crear también objetos que se adecuaran a su vestimenta,
necesitaba un transporte, por lo cual busco un caballo; aunque este caballo no
era el mejor ante la desvariada consecuencia este animal era perfecto, después
de buscar un nombre adecuado, lo llamo Rocinante. Por ultimo quedaba elegir un
nombre para si mismo; buscando el ideal, finalmente se denominó Don Quijote.
Al ya tener todo para lucir como los personajes de sus
libros, este hidalgo emprendió la búsqueda de una dama. Una doncella en la que
pensar; es así que buscando entre las doncellas encuentra a Aldonza Lorenzo.
Una dama a la cual le cambio el nombre por Dulcinea del Toboso, señalando que
este nombre le daba más dulzura y delicadez.